martes, 21 de octubre de 2008

En el transporte urbano.-

El viajar en el transporte urbano (conocido popularmente en El Salvador como: bus) es la mejor forma de conocer la idiosincrasia de un pueblo, porque se encuentran a personas de todo tipo y es muestra como son los habitantes del pueblo, ciudad o barrio. En El Salvador, el bus es el transporte por el cual viaja la mayoría de los capitalinos, a demás se logra observar las diferentes formas en que algunas personas buscan obtener el sustento diario.

En el centro histórico de la capital se pueden observar las ventas “ambulantes”, aunque eso de ambulante solo el nombre poseen, pues la mayoría de ellas se han adueñado de las calles y no se mueven, han hecho sus puestos de lamina y madera, donde esperan a que las personas vayan en busca de los productos que venden, como si ese lugar (algunos en las calles) fueran el mercado de la ciudad, dejando poco o nada para observar y principalmente caminar. También es frecuente ver vendedores que si son ambulantes cargando sus productos en las calles, ofreciendo sus productos a los transeúntes, porque ellos sí buscan a sus compradores.

Dichos vendedores se han diversificado. En los años en que me transportaba para mi colegio, los vendedores que se subían al bus portaban remedios, pastillas o ungüentos que curaban TODO mal, agua o fresco en las horas de calor alguno que otro tipo de golosina, ahora por el contrario la mayoría de las personas que se suben a los buses son para pedir colaboración pues como ellos mismos dicen: “viven de la colaboración voluntaria” o dinero para una institución que está al servicio de los ex drogadictos (que según cuentan se están volviendo a integrar a la sociedad, siendo el que habla uno de ellos) y lo más sorprendente es que desde unos meses los “canillitas” se han vuelto reporteros.

La dinámica de los nuevos reporteros es repartir a cada uno de los pasajeros un periódico (el fin de esto es el que cada persona pueda observar dicho producto, en este caso el periódico, “sin compromiso alguno”), después dirigiéndose a todas las personas ofrecen las noticias que aparecen en el rotativo y para lograr captar la atención de los diferentes clientes y se sientan con el deseo de saber más para que más de alguno quiera adquirir el periódico, le ponen la nota curiosa o el toque personal, expresándose (sin quererlo, muchas veces) desde la perspectiva que les toca vivir, llegando a dar su propio análisis de la situación o de la coyuntura que se presenta en la sociedad o en el mundo, algunos hasta cómicos resultan. Después pasando por cada asiento retira el periódico a quienes no están interesados en adquirirlos.

Unos días atrás mientras me dirigía hacia mi trabajo, siendo como las diez de la mañana, un canillita de unos treinta años se subió y comenzó su tarea, repartió los periódicos y dio su reportaje; después de informarnos los sucesos que se ofrecían ese día, se dispuso a ver cuantos se habían interesado y le comprarían. El logro de su venta fue solo uno, una señora que acababa de subirse y sin prestarle mucha atención le compro dicho periódico.

Con una cara de insatisfacción dijo antes de bajarse: "con esta gente… mejor me dedico a robar". Me sorprendió mucho la actitud de este vendedor, pues para algunos de ellos es casi una obligación que los usuarios les compren. Pero más que todo me sorprendió la salida que veía, para darle fin a sus situación. Esa frase quizás fue por algo que pasaba en su vida en ese momento que lo llevaba a sentirse frustrado por no poder cumplir con la venta diaria.

Buscar una salida fácil es lo que muchos buscan; algunos lo han logrado y se han convertido en “vagos” (como los llamaban antes ahora la mayoría tildados de mareros) que se aprovechan de las personas que trabajan honradamente en el país, llevando la inseguridad a un extremo con el que nadie desea vivir. Mi mejor amigo es extranjero y no ve con los mismos ojos que muchos salvadoreños al país. Es sorprendente, pues para la mayoría de las personas oriundas de la capital y sus alrededores, la situación es tal que no logran vivir como desean: tranquilas, él dice que “sí es posible andar tranquilo en la capital” y que nosotros los salvadoreños en el extranjero le hacemos mala fama al país, por momentos me niego dicha afirmación pero he comenzado a ver con otros ojos la situación y creo que ahora pienso en por culpa de esos vagos yo no debo de vivir con temor y si algún día me asaltan (espero que NO) no será un impedimento para creer que El Salvador puede ser diferente.

La falta de que hacer de esos vagos, ahora convertidos la mayoría en mareros quienes encontraron su manera fácil de vivir (de los demás) y los demás factores (que han llevado este fenómeno social al extremo) retroceden la paz que se firmo con el fin del conflicto armado.

Juzgar y echarle la culpa a uno o a otro no es la solución, sino más bien la disposición de que quienes se encuentran sumergidos en dicha situación, el que quieran cambiar o no, así como del pueblo en general aguantar o hacer algo, pero siempre conforme a la ley.

San Salvador

Agosto de 2008

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