miércoles, 10 de diciembre de 2008

Ocurrió al medio día.

En una revista dominical de un rotativo nacional aparece un cuestionario al que solo unas cuantas personas hasta el momento han podido contestar; una de las preguntas que hacen es: ¿Qué te recuerda el olor de los hospitales? Dicha pregunta me asalto en mi cabeza hace unas semanas atrás cuando tuve la oportunidad (no tan grata) de asistir a uno, pero dado que me encontraba con una congestión nasal (algo usual en mí) no pude percibir ese olor característico que emanan de sus paredes y pisos. Pensando en una respuesta a esa pregunta iba cuando sucedió lo siguiente:

Era como la una de la tarde cuando el bus se vio en medio de una pequeña trabazón (congestionamiento) por el estadio mágico Gonzales, creo que al igual que la mayoría de los pasajeros pensé que era algo rutinario de esas horas, pero para mi sorpresa cuando el bus caminaba (para una trabazón no tan lento) se iba aclarando el panorama; lo primero que se diviso fue una patrulla a mitad de la calle por lo que supuse que era un accidente, hasta el momento todo iba bien, pero cuando se acerco un poco más el bus pude ver que unas personas que se encontraban en una gasolinera estaban siendo los espectadores con mejor posición, como si estuvieran en un palco del estadio.

Como buenos salvadoreños todos los que íbamos en el bus quisimos saber la causa del alboroto que se veía alrededor nuestro. De pronto un señor que iba un asiento delante de mí, grito: “un muerto”. De repente los que solo se habían interesado a medias, pusieron su total atención, hasta se pararon para ver si era cierto lo que el viejo anunciaba a grito partido. Para mi mala suerte la persona en cuestión se encontraba del lado donde yo estaba ubicado, lo cual me produjo cierto malestar, no me gusta ver, pues me pongo mal. No negare que medio vi, y que sí me pudo haber interesado el asunto, pero cuando el bus pasaba frente al atropellado (demasiado lento, por cierto) mi cabeza dio un giro contrario a la mayoría de las personas que se cambiaron hasta de lugar para ver lo ocurrido.

Después de haber dejado atrás dicho percance el bus salió como loco, me imagino que por el tiempo perdido, tiempo que también sirvió para que el morbo de las personas saliera a flor de piel. Casi llegando a la terminal, venia la ambulancia, con la sirena al máximo. Los automovilistas que se encontraban sentido contrario al mío, hacían sonar sus bocinas porque era la hora del almuerzo quizá haciéndoseles tarde para ingresar de nuevo al trabajo o retrasándoles para llegar a un destino cualquiera; era impresionante (frustrante hasta cierto punto) que nadie se molestara en dejar pasar al carro que chillaba y que llevaba ayuda…

***

El blanco y el negro son dos contrarios… y las historias poseen muchas veces estos contrarios, cosa que sucede dependiendo del lado de la historia donde cada persona quiera situar. En esta historia los contrarios son bien marcados, las personas en sus carros despreocupados por la ambulancia, las personas en el bus que el accidente solo avivo un morbo y el pobre que tirado en el asfalto con la ayuda de unos cuantos que en ese mismo momento luchaba por su vida. De lo que si estoy seguro es que hay un lado de esos contrarios donde no me gustaría estar, como tampoco lo deseo para nadie.

Buscar un culpable no me corresponde, a demás no vi como sucedió el accidente para eso la policía, tampoco con ello quiero decir que no hubo un error (quizá fatal), lo que si pensé que ese hombre tirado en la calle pude ser yo o cualquier persona que conozco, siendo eso el impacto mas grande, todo ello por el impacto que casusa visitar un hospital donde siempre se lleva uno la impresión no grata de ver a personas convalecientes.

Al día siguiente tuve que volver a pasar por el mismo lugar, pues el bus no tiene otra ruta ni yo tenía como cambiar el rumbo para llegar nuevamente al hospital; y como si nada los carros hacían el recorrido como siempre, pero en el lugar del accidente, todavía se podía ver la mancha de sangre que había quedado del día anterior.

San Salvador, noviembre de 2008.

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