A unas pocas horas que se acabara el 2008 transite por diferentes lugares de Managua, una noche en la que el clima frio pero agradable se dejaba sentir. A varias personas le he escuchado que la muerte se palpa en las personas agonizantes por lo helado de sus cuerpos, gracias a Dios no había nadie en esa situación –por lo menos donde yo estuve– siendo el único agonizante el año viejo, como sutilmente se le llama al año que está terminando.
Algo tradicional en casi todas las estructuras de las casas de Managua es el porshe, donde las personas se sientan a conversar o simplemente a disfrutar de un momento cualquiera del día. Esa noche me pude percatar que la mayoría de las familias por donde transite se encontraban en dicho lugar compartiendo y recibiendo a los visitantes que son comunes por esas fechas.
Según me contaron la tradición es que a la media noche del 31 de diciembre lo queman; en algunos lugares no se encuentra en una silla sino que lo cuelgan de un árbol con una pita (como si estuviera ahorcado) que es lo más común. Esa tradición nació en la ciudad de León, cuando en la semana santa se ahorcaba y se quemaba el muñeco que representaba a Judas, el que traiciono a Jesús; tiempo después se comenzó a representar y quemar al año viejo.
Después del frustrado intento, brindamos con una sangría y disfrute de una gallina a las brasas con un relleno que estaba para chuparse los dedos. A unas cuantas horas del día primero del 2009 participe en una procesión y misa que después les cuento…
San Salvador, enero de 2009.
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