miércoles, 18 de febrero de 2009

Las primeras horas del 2009.-


Después de haber estado unas horas descansando por el desvelo de la noche anterior y de un suculento almuerzo-desayuno, nos dispusimos tipo tres de la tarde a participar de una tradicional misa que se hace en la explanada contiguo a la catedral metropolitana de Managua. Dicha misa inicia con una procesión –que es en sí la tradición del día– en la cual se sigue al Santísimo Sacramento el cual es llevado en una carrosa por el arzobispo metropolitano. Este año fue invitado el nuncio apostólico, quien iría arrodillado ante la custodia.

A la procesión se le llama: “Procesión de Cristo Rey”. Según me contaron no es por la celebración propiamente dicha de la Iglesia Católica, más bien por la devoción de la arquidiócesis a esta advocación de Jesús, la cual ha dado nombre a los distintos lugares por donde transcurre: el Colegio Cristo Rey (lugar de inicio) y la rotonda donde se puede ver a Jesús en una posición similar al que se encuentra en la plaza las Américas, haciendo la diferencia el tamaño y la posición de las manos.

El inicio de esta tradición se remonta muchos años atrás, la cual daba inicio en la iglesia San Antonio de Padua hasta la antigua Catedral. El recorrido se modifico desde el terremoto de 1972 que devasto la ciudad, dejando inutilizada a la Catedral y derribando la Iglesia San Antonio de Padua.

En esta procesión solo le correspondía participar a los hombres y las mujeres no podían participar propiamente, aunque ellas acompañaban desde las aceras a sus esposos y demás familiares que asistían. Daba inicio a las cinco de la tarde y cada uno de los participantes llevaba un farolito por lo que fue conocida también como la procesión de los farolitos.

El inicio de la procesión se anuncia con tronador ruido de la pólvora y las sirenas de los carros policías y de bomberos que escoltarán a la toda la comitiva. En ese momento una cruz llevada por un seminarista sale del colegio seguido del arzobispo custodia en mano directo a la carrosa donde se arrodilla y se prepara para el trayecto. Una persona quien es el vocero oficial de la arquidiócesis por un alto parlante comienza a hablar explicando un poco lo que ha sido el mensaje escogido para este año y segundos después comienza el rezo del Santo Rosario que acompañara a cada persona hasta la explanada de catedral. La mayoría de personas vestidas de blanco (ese era el requisito de antaño), familias completas, viejitas con velo, sacerdotes, seminaristas, uno que otro religioso y varios con la cara de la celebración de la noche anterior, en fin es una gran variedad las diferentes personas que seguíamos ese día al Santísimo Sacramento.

Mientras caminábamos me contaban que el uno de enero del 2008 llovió mucho, sin ser ningún obstáculo ni mucho menos un impedimento para asistir; por el contrario este primer día del 2009, el sol radiante de Managua se sentía fuertemente sobre todos los que participamos, aunque preparados la mayoría con botellas de agua, gorras, sombrillas y todas las demás cosas necesarias para cubrirse y poder así ir soportando el trayecto; siempre se encontraban las ventas ambulantes que seguían la procesión y ayudan a los despistados que como siempre eran muchos, las cuales proporcionaban agua o soda para aliviar su sed o degustar de algún aperitivo como el quesillo, bienmesabe, platanitos o groseas, etc. No es mucha la distancia que se camina pero el recorrido cansa por la lenta velocidad de la comitiva y lo sofocante de la hora.

Llegando a la explanada y con la catedral de fondo, las personas se adelantan para tener un lugar apto para estar en la misa. Según informo el arzobispo Leopoldo Brenes –Polito, como lo llama mucha de su feligresía– al inicio de la misa que ese día se celebraba también la jornada por la paz, el cual poseía un lema escogido por el Papa, el cual es “combatir la pobreza, es construir la paz”, lo que le quedaba como anillo al dedo por la situación sociopolítica que se vive en toda Nicaragua por el resultado de las elecciones municipales y el fraude realizado por el partido gobernante, el cual fue escogido también por la conferencia episcopal para ese día. Según lo que escuche fue mayor el número de las personas que asistieron a esta multitudinaria misa, comparada con otros años.

Algo curioso de lo que me pude percatar desde que llegue a Managua fue que en cada rotonda, por muy pequeña que fuera (solo dos creo no haberlos visto) se encontraban los rezadores, personas destinadas por el Presidente y su gobierno, para que todo su actuar sea rezar contra el odio que se percibe hacia sus políticas; pero nunca encontré una razón lógica que me dijera que eso serviría de algo, ya que todas las veces que los vi NO se encontraban rezando, pero como dicen por ahí: “Cada loco con su tema”. Dicen que estas personas han sido sacadas de lugares marginales, llevándolos a las rotondas prometiéndoles comida, un salario de doscientos córdobas, siendo a la fecha testigos de abusos y de incumplimiento esas promesas.

Después de la misa y con la noche por testigo, regresamos a la casa. Espero que por la fe de todas las personas que asistieron, las que siguieron por televisión y aquellas que de verdad rezan, por fin llegue la paz que tanto necesita Nicaragua.

San Salvador, enero de 2009.

miércoles, 11 de febrero de 2009

A unas horas del 2009.

A unas pocas horas que se acabara el 2008 transite por diferentes lugares de Managua, una noche en la que el clima frio pero agradable se dejaba sentir. A varias personas le he escuchado que la muerte se palpa en las personas agonizantes por lo helado de sus cuerpos, gracias a Dios no había nadie en esa situación –por lo menos donde yo estuve– siendo el único agonizante el año viejo, como sutilmente se le llama al año que está terminando.
Algo tradicional en casi todas las estructuras de las casas de Managua es el porshe, donde las personas se sientan a conversar o simplemente a disfrutar de un momento cualquiera del día. Esa noche me pude percatar que la mayoría de las familias por donde transite se encontraban en dicho lugar compartiendo y recibiendo a los visitantes que son comunes por esas fechas.

En una casa a la cual visite esa noche me encontré con “el año viejo”, un muñeco de forma humana, que está hecho a base de ropa vieja y en su interior se encuentra relleno de pólvora. Cuando llegamos a la casa y me baje del carro toda la familia se encontraba sentada en el porshe disfrutando de la noche y la comida muy especialmente preparada para la ocasión; un poco retirado al resto había una silla plástica y en ella me pareció ver a algún que se había retirado un poco y que cuidaba de los pequeños que se divertían con la pólvora, pero al acercarme más y observar mejor, me di cuenta que era un muñeco sentado en una silla plástica y que de lejos cualquier persona –como yo– que no supiera lo saludaría llevándose una buena vergüenza.
Según me contaron la tradición es que a la media noche del 31 de diciembre lo queman; en algunos lugares no se encuentra en una silla sino que lo cuelgan de un árbol con una pita (como si estuviera ahorcado) que es lo más común. Esa tradición nació en la ciudad de León, cuando en la semana santa se ahorcaba y se quemaba el muñeco que representaba a Judas, el que traiciono a Jesús; tiempo después se comenzó a representar y quemar al año viejo.

No pude presenciar el momento del fuego, por los abrazos que se dan a las doce, la hora de la llegada del año nuevo; lo único que vi del fuego fue cuando se consumía a mitad de la calle, como una pequeña fogata segundos después de la tronazón del los cohetes.
Después del frustrado intento, brindamos con una sangría y disfrute de una gallina a las brasas con un relleno que estaba para chuparse los dedos. A unas cuantas horas del día primero del 2009 participe en una procesión y misa que después les cuento…
San Salvador, enero de 2009.

viernes, 6 de febrero de 2009

Fin del 2008 (II).

La nostalgia del país siempre vuelve cuando han pasado los días y se comienza a recordar las cosas propias de la cultura con que uno creció. Este no fue mi caso, más bien fue todo lo contrario, el ver cosas que son casi iguales a las de mi país.

Tuve la oportunidad de visitar un mirador, llamado así por la vista a la laguna de Apoyo. Alguien podría describirlo como un lugar paradisiaco, yo lo describo como un lugar de hermosura, no solo por su preciosa vista, sino también por el clima espectacular que hace. Ésta laguna se encuentra en el pueblo de Catarina, departamento de Masaya. A unos cuarenta y cinco minutos de su capital –quizá un poco más– y que es un lugar para discurrir en el tiempo y gozar de la vida, de los momentos particulares que se pueden lograr en ese lugar, así como también de la cultura gastronómica del país.

En el Salvador, existen lagunas y quizá alguien podría decir que se compara con dicho lugar, puede ser el caso –yo no lo conozco–. Desde la altura que se encuentra se puede divisar a lo lejos la ciudad de Granada; la cual se reconoce por la cúpula de su catedral, rodeada de un blanco que indica que la ciudad se encuentra alrededor, construido como todo un pueblo colonial. También se ve la majestuosa figura de un gigante dormido, el Mombacho, que después de su gran erupción en el año de 1570 se encuentra en su letargo, creando también las isletas que se encuentran en el lago de Nicaragua. Este lago se aprecia también y es como un mar que duerme a lo lejos, el mar de agua dulce pues su grandeza no permite llamarlo simplemente lago.

La ciudad de Catarina es conocida en Nicaragua por la belleza de sus flores, las cuales se pueden apreciar a lo largo del recorrido que lleva de la iglesia hacia el mirador; todas ellas distribuidas por los comerciantes que hacen lujo de los colores, para poder atraer a los turista, que se encuentran de todos tipos, tamaños y colores; extranjeros como nacionales (nicaragüenses) que visitan el mirador, ya sea por excursiones, equipos turísticos, familias en sus propios carros y algunos en buses interurbanos como yo lo hice.

Todo lo anterior se organizo en y después de un rico almuerzo de celebración en un lugar sobre la carretera a Masaya. Al salir a la carretera, tomamos un bus que nos conduciría al pueblo de Catarina. Dicho bus, muy parecido a cualquiera de San Salvador, nos llevo. Con la música a todo volumen y con la velocidad de carretera comenzamos el viaje. Como este y muchos otros en los que tuve la oportunidad de transportarme suenan su bocina como si fuera parte indispensable de manejar. Me llamaba la atención a mí, porque siempre que iba en la calle y sonaba una bocina volvía a ver, y es este el sentido que los motoristas le dan a su sonoro transporte, pues con ella logran llamar la atención de las personas que se encuentran en las aceras, y si es el caso que se conviertan en usuarios.

Dicha velocidad mezclada con la música y con el pitido, me hicieron sentirme por un momento en mi ciudad, en unas vacaciones que todavía no ameritaban la nostalgia de una ciudad a la que regresaría inevitablemente.


San Salvador, enero de 2009.

miércoles, 4 de febrero de 2009

Fin del 2008 (I).-

Alguna vez escuche que como te recibe el año nuevo así terminaras el año que inicia, ¿Casualidad? No lo sé, pero para el final del 2008 se me dio la oportunidad nuevamente de salir de mi patria y visitar un país centroamericano. El turno fue de Nicaragua, tierra que he podido en más de una vez pisar su suelo.
Es una tierra que me apasiona y a la cual le tengo un cariño especial.¿Por qué? Hasta cierto punto creo que es por su historia, pues de una forma me siento identificado, a demás en mi primera visita al encontrarme en “el mirador de Tiscapa” una pintora que plasmaba en su lienzo el lago de Xolotlán (lago de Managua), me contaba un poco sobre la historia de Nicaragua. Toda la conversación fue cuando descubrió que era extranjero y al término de la misma me hizo la invitación a conocer la belleza de su tierra y de su gente.
A pesar de todas las noticias que abarcaron los titulares de los periódicos sobre el robo de los comicios electorales para alcaldes, la ciudad seguía su rumbo, pero con el dolor de verse timados por un gobierno que está llevando poco a poco al país centroamericano a la década de los ochentas. Con todo esto éramos muchos los que llegamos en dichas festividades.
Una de las coas que me impresiona de la ciudad de Managua es el contraste de los paisajes, así como también la diversidad de lo viejo con lo nuevo que se puede encontrar a cada momento en las diferentes calles y avenidas. No existe una distribución propiamente dicha como la conocemos en San Salvador, sino mas bien es un conjunto de colonias, residenciales y barrios que han crecido en un desorden ocasionado por un terremoto que desbasto Managua un 23 de Diciembre de 1972, acabando con la belleza de la ciudad que se aprecia por algunas imágenes que han logrado sobrevivir al paso del tiempo.
Las distancias entre dos puntos pueden llegar a ser de más de media hora en transporte urbano (la ruta, como le llaman), eso no quiere decir que haya demasiado trafico sino mas bien es por lo grande de la ciudad de Managua y para cualquier salvadoreño le puede parecer excesivo, pero que al conocer y adaptarse es lo más común.
Me apasiona la ciudad de Managua, me intrigan sus contrastes y este es la primer entrega de lo que fue el fin del 2008 e inicio del 2009.

San Salvador, enero de 2009.