Después de haber estado unas horas descansando por el desvelo de la noche anterior y de un suculento almuerzo-desayuno, nos dispusimos tipo tres de la tarde a participar de una tradicional misa que se hace en la explanada contiguo a la catedral metropolitana de Managua. Dicha misa inicia con una procesión –que es en sí la tradición del día– en la cual se sigue al Santísimo Sacramento el cual es llevado en una carrosa por el arzobispo metropolitano. Este año fue invitado el nuncio apostólico, quien iría arrodillado ante la custodia.
A la procesión se le llama: “Procesión de Cristo Rey”. Según me contaron no es por la celebración propiamente dicha de la Iglesia Católica, más bien por la devoción de la arquidiócesis a esta advocación de Jesús, la cual ha dado nombre a los distintos lugares por donde transcurre: el Colegio Cristo Rey (lugar de inicio) y la rotonda donde se puede ver a Jesús en una posición similar al que se encuentra en la plaza las Américas, haciendo la diferencia el tamaño y la posición de las manos.
El inicio de esta tradición se remonta muchos años atrás, la cual daba inicio en la iglesia San Antonio de Padua hasta la antigua Catedral. El recorrido se modifico desde el terremoto de 1972 que devasto la ciudad, dejando inutilizada a la Catedral y derribando la Iglesia San Antonio de Padua.
En esta procesión solo le correspondía participar a los hombres y las mujeres no podían participar propiamente, aunque ellas acompañaban desde las aceras a sus esposos y demás familiares que asistían. Daba inicio a las cinco de la tarde y cada uno de los participantes llevaba un farolito por lo que fue conocida también como la procesión de los farolitos.
El inicio de la procesión se anuncia con tronador ruido de la pólvora y las sirenas de los carros policías y de bomberos que escoltarán a la toda la comitiva. En ese momento una cruz llevada por un seminarista sale del colegio seguido del arzobispo custodia en mano directo a la carrosa donde se arrodilla y se prepara para el trayecto. Una persona quien es el vocero oficial de la arquidiócesis por un alto parlante comienza a hablar explicando un poco lo que ha sido el mensaje escogido para este año y segundos después comienza el rezo del Santo Rosario que acompañara a cada persona hasta la explanada de catedral. La mayoría de personas vestidas de blanco (ese era el requisito de antaño), familias completas, viejitas con velo, sacerdotes, seminaristas, uno que otro religioso y varios con la cara de la celebración de la noche anterior, en fin es una gran variedad las diferentes personas que seguíamos ese día al Santísimo Sacramento.
Mientras caminábamos me contaban que el uno de enero del 2008 llovió mucho, sin ser ningún obstáculo ni mucho menos un impedimento para asistir; por el contrario este primer día del 2009, el sol radiante de Managua se sentía fuertemente sobre todos los que participamos, aunque preparados la mayoría con botellas de agua, gorras, sombrillas y todas las demás cosas necesarias para cubrirse y poder así ir soportando el trayecto; siempre se encontraban las ventas ambulantes que seguían la procesión y ayudan a los despistados que como siempre eran muchos, las cuales proporcionaban agua o soda para aliviar su sed o degustar de algún aperitivo como el quesillo, bienmesabe, platanitos o groseas, etc. No es mucha la distancia que se camina pero el recorrido cansa por la lenta velocidad de la comitiva y lo sofocante de la hora.
Llegando a la explanada y con la catedral de fondo, las personas se adelantan para tener un lugar apto para estar en la misa. Según informo el arzobispo Leopoldo Brenes –Polito, como lo llama mucha de su feligresía– al inicio de la misa que ese día se celebraba también la jornada por la paz, el cual poseía un lema escogido por el Papa, el cual es “combatir la pobreza, es construir la paz”, lo que le quedaba como anillo al dedo por la situación sociopolítica que se vive en toda Nicaragua por el resultado de las elecciones municipales y el fraude realizado por el partido gobernante, el cual fue escogido también por la conferencia episcopal para ese día. Según lo que escuche fue mayor el número de las personas que asistieron a esta multitudinaria misa, comparada con otros años.
Algo curioso de lo que me pude percatar desde que llegue a Managua fue que en cada rotonda, por muy pequeña que fuera (solo dos creo no haberlos visto) se encontraban los rezadores, personas destinadas por el Presidente y su gobierno, para que todo su actuar sea rezar contra el odio que se percibe hacia sus políticas; pero nunca encontré una razón lógica que me dijera que eso serviría de algo, ya que todas las veces que los vi NO se encontraban rezando, pero como dicen por ahí: “Cada loco con su tema”. Dicen que estas personas han sido sacadas de lugares marginales, llevándolos a las rotondas prometiéndoles comida, un salario de doscientos córdobas, siendo a la fecha testigos de abusos y de incumplimiento esas promesas.
Después de la misa y con la noche por testigo, regresamos a la casa. Espero que por la fe de todas las personas que asistieron, las que siguieron por televisión y aquellas que de verdad rezan, por fin llegue la paz que tanto necesita Nicaragua.
San Salvador, enero de 2009.